La propia ciencia, cuando se atreve a ir más allá de los dogmas y de lo convencional nos trae resultados sorprendentes. Basado en experimentos de psicología animal, el estudio de los campos morfogeneticos indicaría que todos los seres humanos, estamos unidos, conectados instantáneamente, que la información fluye entre todos nosotros, como si fuéramos un solo y único organismo.
De algún extraño modo el universo es un universo participativo.
(John A. Wheeler)

Cuando el libro de Rupert Sheldrake Una nueva ciencia de la vida apareció en Inglaterra, un editorial de Nature, la prestigiosa revista científica, le consideró «el mejor candidato a la hoguera que ha habido en muchos años», y sostenía que sería una pérdida de tiempo y dinero el contrastar sus conjeturas. El Dr. Sheldrake introdujo en este libro la teoría de los campos morfogenéticos, como él llama a los campos no-locales, aquellos no relacionados causalmente. Estos campos, según el investigador, permiten la transmisión de información entre organismos de la misma especie sin mediar efectos espaciales. Es como si dentro de cada especie del universo, sea ésta una partícula o una galaxia, un protozoo o un ser humano, existiese un vínculo que actuara instantáneamente en un nivel sub-cuántico fuera del espacio y el tiempo.
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